miércoles, 17 de agosto de 2011

Agradecimientos

Estos 7 días de inspiración, aprendizaje, cultivación interior descanso y felicidad hubiesen sido imposibles sin las personas que me acompañaron y me ayudaron.
Quiero agradecer a las siguientes personas:
 En primer término a Elita, por traerme la posibilidad de viajar y preocuparse en todo momento para combinar el encuentro sorteando todas las complicaciones que se dieron en el camino. Nunca me voy a olvidar de lo que hiciste por mí, sin vos esta crónica y todo lo que viví en ella hubiese sido imposible.
 A Ambrosia y toda su familia: Por abrirnos la puerta de su casa desinteresadamente, por darnos todo su amor, por enseñarnos conocimientos que ningún libro nos podría haber dejado. Por dejarnos conocerlos, por no tener ningún tipo de prejuicio con nosotros y por demostrar que se puede seguir luchando aún en las circunstancias más complicadas.
A Juani por compartir charlas inigualables y demostrarme que la química entre las personas puede generar cosas increíbles. Por hacerme reír con sus maravillosas anécdotas y escucharme en esos momentos que uno necesita desahogo. Un gusto enorme haberlo conocido  .
Al chileno , a Pablo  a Agus , a  los chicos de Psico y a todos los que participaron de las guitarreadas . Me hicieron cumplir un sueño como músico. Compartir esas improvisaciones interminables y esas largas noches musicales hizo mucho más especial este viaje.
A Colombia por registrar cada momento que sin dudas nos sentiremos orgullosos de ver cuando veamos el trabajo plasmado en video.
A todos los chicos de Medicina, que me incluyeron en el grupo como uno más. Que compartieron momentos irrepetibles conmigo.
A Todos los organizadores de la pasantía, tanto en Buenos Aires  como en Formosa, que se esforzaron mucho para que cada   momento sea perfecto.
  Y obviamente al MOCAFOR!!!

Aquí se respira lucha, última parte.

Con secundario completo o no los jóvenes de allí tienen muchos conocimientos. Sin duda sus saberes se adaptan a sus necesidades. Di cuenta de esto al verlo a Mauricio, niño de 8 años, sentado en el techo observando el cielo para determinar si se largaría a llover o no. Ya que en caso de que la tormenta comience debía cubrir el techo con bolsas de nylon para que el agua no ingrese dentro de su hogar y arruine sus pertenencias, como ya había ocurrido meses atrás.
También tienen claras tareas como desplumar y carnear animales, construir gallineros y recoger cualquier verdura que la tierra deje. De todos modos no se alejan aquí tampoco de su interés en el fútbol. El césped de la canchita de la colonia se encuentra muy buen cuidado a pesar de que sufre constantemente los apasionados pisotones de niños y adultos que comparten el juego sin distinción.
Es invierno, pero el frío no se siente de día, por el contrario el calor se refleja en los torsos desnudos de los hombres. Por la noche refresca, pero sin tanta intensidad. Nuestras carpas instaladas en el patio de la casa persisten permanentemente las arremetidas del viento.
Mi guitarra me mira de reojo cuando comienzo a caminar y no la llevo. Es por eso que me acompaña casi tan indispensablemente como el “OFF” y la ropa que siempre hay que llevar puesta. De todos modos en ninguna ocasión me arrepentiré de haberla llevado. Me hará vivir momentos musicales sublimes junto a un gran grupo de personas que supo apreciar cada acorde que desprendió de mi instrumento y cada canto que salió de mi boca. Tres y hasta cuatro horas era poco algunas veces, no había repertorio que baste: Rock, chacarera, carnavalito, baladas y blues. Todos los estilos fueron abarcados.
No hay nada más bello para un músico que ver a la gente disfrutar de su arte. Y en este viaje me tocó además compartir mis acordes con un grupo de porteños y porteñas que bajo las órdenes de una niña formoseña armaron coreografías para todos y cada uno de los ritmos. Lo particular de la situación fue como la niñita de apenas 8 años comandaba los bailes con total conocimiento de todos los pasos, explicándolos uno por uno y dirigiendo al resto de los bailarines como si fuera la directora de una orquesta.
La rutina de la ciudad desaparece por completo aquí. Todo es distinto a lo que haces en tu hogar. Desde que te levantás y desayunás un pomelo que sacás de la planta que tenés enfrente tuyo, hasta descansar en una bolsa de dormir en lugar de tu habitual colchón. En vez de prender la tele, jugás a las cartas. No abrís la canilla de la ducha, te mojas con el agua que contiene una palangana. No apagás la luz antes de irte a dormir, desactivas la linterna del celular.
Entonces es imposible no plantearse en algún momento del viaje la profunda desigualdad que aún existe entre un niño nacido en un barrio bien de Buenos Aires y uno que crece en un pueblito de Formosa. Lo injusto de la vida que no da oportunidades por igual a todas las personas. Que a veces no provee los mínimos derechos que debería tener cualquier persona al nacer.
Por las tardes, entre mate y mate el silencio predomina. Los formoseños son callados y a veces uno se siente gustoso de compartir ese momento. De bajar las revoluciones para pronunciar solo las palabras mejores que el silencio. Aquí conocen mejor que en cualquier lado ese concepto, aún sin haber leído al gran maestro Eduardo Galeano.
Ambrosia prepara el almuerzo mientras cuida de su hija. Su marido la llama por teléfono y le dice que está ansioso de verla y que ni bien pueda vuelve. Ella desea más que nada tenerlo a su lado, pero la situación económica de su hogar los obliga a vivir así.
 Preparo la mesa y me detengo a pensar que hace 5 días que no leo diarios, no miro televisión ni escucho radio. Sin embargo siento que nunca en mi vida estuve más empapado de realidad. Mientras en Buenos Aires las banalidades ocupaban un dominante espacio en los medios de comunicación, yo estaba allá comiendo con Ambrosia y sus hijos. Compartiendo momentos con ellos, tocando canciones que escuchan atentamente, viendo como trabajan, como luchan, como se organizan. Conociendo esa otra realidad que nadie te muestra.  
Desarmamos las carpas y  preparamos las mochilas para emprender el regreso a casa. Siento un vacío enorme. Doy cuenta de la desazón general. Sacamos algunas fotos todos juntos antes de partir para materializar el momento.
 Ambrosia con los ojos brillosos al borde de dejar escapar una lágrima, nos pide que volvamos y repite una y otra vez que esa es nuestra casa y que siempre vamos a tener un lugar allí. Nuestra presencia fue importante para ellos, el sentimiento es recíproco. Será imposible borrar de mi memoria ese rostro emocionado. El rostro de una heroína sin capa ni espada pero que todos los días se levanta con más fuerza para luchar por todos los suyos.

domingo, 14 de agosto de 2011

Aquí se respira lucha - Segunda Parte

Los mates, el tereré, las tortas fritas y el jugo de pomelo son moneda corriente en la casa de Ambrosia. También la amabilidad, la solidaridad, la hospitalidad y el respeto. Ella y su familia comparten todo lo que tienen, y hasta lo que no poseen.
En cada almuerzo demuestran lo desprendidos que son, de hecho en 3 de las 4 comidas que compartimos durante nuestra estadía sacrificaron un animal para agasajarnos. Siendo el último un cerdo, dato no menor teniendo en cuenta que solo tenían dos y sus destinos ya estaban predispuestos para ocasiones especiales. Aún así privilegiaron compartir esa pequeña gran riqueza con nosotros y preparan un impresionante banquete para el último día, con el cerdo asado como plato principal. La carne más tierna que probé en mi vida, con apenas presionar con el tenedor alcanzaba para conseguir un corte perfecto.
Un gallo y varias gallinas pasean con total naturalidad por la cocina. De a momentos parecen ser como cualquier integrante de la familia. A pesar de que sus destinos inevitablemente serán formar parte de algún plato de comida.
El marido de Ambrosia trabaja de obrero en el rubro de la construcción en Formosa capital. Ella debe hacerse cargo de todas las tareas del hogar, y ahora además de la beba. Trabaja muy duro y no pierde el espíritu crítico al hablar de la difícil situación que están atravesando los habitantes de la colonia a causa de las presiones gubernamentales para cultivar soja y algodón transgénico.
Las pruebas sobre las consecuencias que traen dichas cosechas ya están a la vista. No solo en los suelos desgastados, sino  también en un bebé que nació hace apenas algunos meses con graves problemas congénitos.
Las fumigaciones con glifosato no se detienen ,y más aún, se multiplican a lo largo y ancho de toda la colonia. El glifosato es un herbicida que fue calificado por la Organización Mundial de la Salud como altamente tóxico para para exposición oral, dermal e inhalación.
A la hora de hacer negocios las autoridades no se detienen a pensar en el riesgo que estos pueden traer al medio ambiente y a los propios pobladores. Monsanto es una empresa multinacional y multimillonaria que produce herbicidas y semillas genéticamente modificadas. Se ha ocupado de monopolizar el mercado agrónomo mundial con productos que no pasan las pruebas mínimas de sanidad, y aquí en la Argentina encontró a Insfrán como un socio perfecto.   
Al gobernador de la provincia no le interesa asfaltar las calles que llevan al pueblo. Tampoco le preocupa demasiado el hecho de que la salita de primeros auxilios no esté disponible ni en horarios nocturnos ni los fines de semana. En la colonia loma de Sené hay que elegir bien cuando enfermarse; porque el hospital más cercano es el de Pirané que está a más de 40 kilómetros de distancia, y la inexistencia de medios de transporte públicos dificultan aún más su acceso.
Si bien la asignación universal por hijo ha  mejorado de alguna manera la situación económica de muchos campesinos, la falta de trabajo sigue siendo un problema que ataca a los jóvenes. Quienes ante la falta de posibilidades y el esfuerzo que sus padres deben realizar para mandarlos al colegio pierden la motivación para terminar sus estudios.
Formosa es la provincia más pobre de Argentina, el 17% de sus pobladores está por debajo de la línea de la indigencia y el 45% de la de pobreza. La mayor fuente de empleo es el estado que cuenta con 70mil empleados y más de 40 mil beneficiarios de planes sociales. Puede allí estar la explicación de las interminables reelecciones de un gobernador que explota al máximo los recursos del estado para llevar adelante una política clientelar con los ciudadanos. “ Acá si no estás con Gildo, no te dan nada”, explica un campesino opositor de la zona sobre las maniobras del gobernador Insfrán.

viernes, 12 de agosto de 2011

Aquí se respira lucha - Primera parte.



Llegamos a Colonia Loma Sené, donde se formó el Movimiento de campesinos de Formosa(MOCAFOR). El MOCAFOR  es una organización que crearon los campesinos formoseños para llevar adelante sus reclamos en base a las necesidades que tienen en la zona y poder resistir de alguna forma los violentos avances del autoritario Gobernador de la Provincia.
La Colonia es extensa, pero habitada por pocas familias. Aquí hablar de la casa de un vecino puede significar kilómetros de distancia. Sus caminos son de tierra y no tienen ninguna iluminación más allá de la que el sol irradia por las tardes.  Un almacén y una salita de primeros auxilios rompen la hegemonía de los hogares.
Somos un grupo de 100 estudiantes de las distintas universidades de Buenos Aires en busca de conocer a estas comunidades. Entonces nos dividimos en pequeños grupos de 6 personas para ser alojados por las familias campesinas.
Si bien muchos de nosotros comenzamos a conocernos en este viaje podemos establecer una conexión particular. No cualquiera encara un viaje a la provincia más pobre del país que además carece de cualquier tipo de paisaje turístico. Es que vamos allí por motivos más profundos y creo que por eso nos relacionamos de un modo fluido entre todos. Porque si bien nuestras visiones son distintas, tenemos un interés muy profundo en conocer los distintos aspectos de estas culturas, y eso nos une.
Es por eso que aquí, bajo la estrellada noche formoseña, puedo tener conversaciones extraordinarias con personas que recién estoy conociendo. Entonces recuerdo lo extraño de la situación, de estar en un lugar totalmente alejado de mi hogar, y de cualquier ciudad más o menos poblada, con más de 100 personas que no conozco. Pero todo esto pasa desapercibido casi todo el tiempo, solo me percato en momentos de profunda reflexión.
Yo, el único estudiante de periodismo, junto a Juan,Eliana,Ivana,Danilo y Norberto, los cinco estudiantes de medicina, tenemos como destino para pasar los próximos 4 días  la casa de Ambrosia.
Ella participa del movimiento desde su creación. Tiene seis hijos, entre ellos una beba de un mes llamada Larissa. Mauricio y Enzo, sus otros hijos que se encuentran viviendo bajo el mismo techo, no alejan su atención un segundo de la nueva integrante de la familia. Disfrutan a cada momento el simple hecho de amacar su cuna.
La casa es muy bonita a pesar de ser humilde. Tiene una extensa entrada de tierra y pasto. En ella hay a la derecha un clásico aljibe que cualquier película antigua puede retratar de un modo perfecto y a la izquierda una hermosa laguna que cuatro patos blancos y negros decoran como si fuese una postal.
Por dentro es pequeña, apenas una habitación y una cocina, que también hace las veces de comedor, se encuentran cubiertas por un precario techo de paja que hace base en extenso palo que cae justo en el medio del ambiente. Atrás están el gallinero, casi a la intemperie, y un baño hecho de ladrillos ,que no tiene puerta, totalmente aislado del resto de la construcción.
No hay instalación de agua, para conseguirla debe buscarse en un tanque y esta tampoco abunda. Por eso su uso debe manejarse de un modo muy criterioso y austero. Para bañarse calientan con el fuego de las leñas la mitad de una olla, que posteriormente mezclarán con agua fría para obtener una temperatura adecuada.
Tampoco hay gas, entonces un pequeño horno eléctrico y nuevamente maderitas y demás materiales combustibles sirven para cocinar los distintos alimentos. La electricidad no sobra, la iluminación es la mínima indispensable y solo hay tres tomas proveedores de energía.